Cada año, aproximadamente 1,4 millones de hispanos se vuelven elegibles para votar. Además, el electorado latino es más joven que el promedio nacional: su edad promedio es de unos 37 años, casi una década menos que la del conjunto del país.
Cuando los jóvenes se registran y votan, no solo suman un voto más: llevan las historias de sus familias a las decisiones públicas. Un primer voto puede reflejar los sacrificios de los padres, la guía de un maestro y las esperanzas de una comunidad, y así convertirse en parte de la vida pública.